jueves, 17 de mayo de 2012

El salario del miedo (1953) - Henri-Georges Clouzot


El francés Henri-Georges Clouzot, que supiera regalarnos obras tan memorables como Las diabólicas (1955), nos presenta en esta oportunidad una cinta repleta de suspenso, que sabe mantener el interés en su desarrollo, y que fue inusitadamente premiada múltiplemente, ya sea con el premio BAFTA, además del reconocimiento en la Berlinale, y claro, en Cannes también. Semejante colección de reconocimientos hiciera que recayese mucha atención sobre la cinta, que narra la sencilla historia de unos franceses, en tierras sudamericanas, que ante la severa austeridad necesitan dinero urgentemente, y terminan por aceptar una extremadamente peligrosa misión de transportar grandes cantidades de nitroglicerina, pero bajo ínfimas medidas de seguridad, y el cumplimiento de la misión les traerá muchos problemas, pero además un final por demás inesperado. La cinta tiene su mérito en saber mantener al espectador al borde del asiento por ver qué sucederá con los explosivos, además de un serio y realista retrato de las tierras sudamericanas, y en su extensa duración de dos horas y media. De esta forma nos retrata tanto un bosquejo del territorio americano, con toda la pobreza, como del suspenso, pues luego sabrá dar el giro para centrarnos ya en la acción misma. Los actores designados para interpretar a los protagonistas, si bien no gozan de mucho renombre, sabrán cumplir con su aporte, con Yves Montand y Charles Vanel como lo franceses, y Folco Lulli y Peter van Eyck, conformando el equipo de temerarios transportistas.

        


Inicia la acción, en territorio americano, donde hay mucha austeridad, hace mucho calor, hay miseria y hambre. En esa locación, Mario (Montand), es un joven francés, en medio de esa austeridad, que conoce a Linda (Véra Clouzot), trabajadora de una tienda allí, explotada por su jefe. Es beneficiado por ella, se atraen, y poco después conoce a Jo (Vanel), que resulta ser compatriota suyo, mucho más acomodado, pero que también resulta ahí atrapado. Se hace llamar por los lugareños señor Jo, y se hace respetar pronto con su valentía y tenacidad. Entonces contactan con Bill O’Brien (William Tubbs), un personaje de una compañía de petróleo, que les propone un negocio, tan arriesgado como bien remunerado, transportar muchos galones de nitroglicerina, pero con unos camiones y medidas de seguridad inverosímiles para semejante carga, a cambio de $2 000. De esa forma se hace llamado a los lugareños para aquel trabajo, muchos son los que acuden, la necesidad los obliga. De todos los asistentes, finalistas quedan Mario, Luigi (Lulli), Smerloff (Jo Dest), y el recio Bimba (van Eyck). Pero Jo, que ha quedado al margen, sabedor que se le considera suplente por si alguien se desanima, elimina al viejo Smerloff, y así es como pasa a conformar el cuarteto de transportistas.





Inician la peligrosa travesía, en parejas, dos en cada camión transportarán los explosivos, y, tras sortear el orden, Mario y Jo van adelante, Luigi y Bimba irán segundos. Avanzan a escasa velocidad, con el natural temor de que por ir demasiado rápido la nitroglicerina, que transportan en recipientes tipo bidones, se agiten demasiado y exploten. Pasan por caminos increíbles, sumamente angostos, con ausencia de asfalto ni pavimento, empedrados, campos de carrizo, todo esto les obliga a mantener la velocidad siempre baja. En determinado momento, Luigi y Bimba, que siempre van acercándose, terminan por rebasar a Mario y Jo, que llevaban velocidad muy baja. De esa forma continúan, el camino parece interminable, se enfrentan al terrible obstáculo de una gigantesca piedra en el camino, la misma que vuelan con un poco del explosivo gracias al ingenio de Bimba. Parece que lo peor ha pasado, pero de pronto, una descomunal explosión sorprende a Mario y Jo. Luigi y Bimba fenecieron, su camión explotó severamente, Al llegar ahí, un gran pozo de petróleo se generó, el que sortean, pero Jo resulta herido, éste se ha acobardado notablemente, y muere. Finalmente solo Mario llega a destino, cobra el dinero, pero increíblemente, regresa, ya sin el explosivo, zigzagueando feliz, se desbarranca, fenece.




La cinta presenta, en su extensa duración, dos segmentos marcadamente bien diferenciados. En el primero, somos prontamente introducidos en la miseria y austeridad de un país sudamericano, no especificado, solo se sabe que está localizado en la mencionada región donde hace calor, hay hambre, miseria, lepra inclusive, la austeridad reina, y queda el detalle de Mario en una estación de transporte, donde ve los destinos, siendo éstos las principales capitales sudamericanas, incluida Lima. Se retrata cercanía, el director Clouzot retrata con realismo ese mundo, suciedad, barro en las calles -vale decir que inclusive estas condiciones generaron un considerable retraso en los plazos de grabación-, es pues una zona bastante pobre, y eso queda correctamente plasmado en el primer segmento del filme, el más crudo, el más austero, el dinero es lo que menos hay, la desesperación lleva a los lugareños a aceptar trabajos tan temerarios como el motivo del filme, y diciendo todavía que una oportunidad como esa no se deja pasar. En este segmento a su vez realiza el director francés unos barridos que mucho agilizan y economizan la narración del filme, y si bien no se vuelven a apreciar en la cinta, en su momento cumplen su cometido. Resulta atractivo también cómo retrata el folklore de esa tierra, música popular, las costumbres de los pobladores, su comportamiento, ancianos muchos de ellos. Asimismo, los protagonistas son un variopinto grupo de individuos, y en las tierras americanas veremos la historia fluyendo hasta en tres idiomas diferentes, el francés, el español, y el inglés, acaso algún momento también de italiano, requiriendo pues cierta destreza en los intérpretes para la multi idiomática cinta.






Con este marco, se nos presenta a los protagonistas, busca fortunas todos, variopinta colección como se dijo, pero con algo en común: todos necesitan dinero, eso es algo que no varía. De esa forma, Mario acepta el trabajo, igual que un Jo que sufre notable y severa transformación, de ser el recio y determinado hombre maduro primero, que se gana el respeto de todos, a ser un pelele después, un amujerado, reducido a un mequetrefe supeditado a lo que Mario, su compatriota, diga. Por el otro lado, Bimba y Luigi, dispar pareja que encuentra impensado fin, que ni siquiera ellos mismos llegaron a advertir, cuando su camión estalle, pese a ser Bimba el más recio de los cuatro, el más ingenioso y determinado, como lo demostró su invención con un martillo y soga para volar en pedazos la gigantesca roca que les obstruía el camino. Los cuatro personajes, sin exigir demasiado actoralmente a los protagonistas, son encarnados con suficiencia por los intérpretes. Ahora bien, en lo que se distingue el filme es en lo central, el transporte de los explosivos, el camino que parece un campo minado, escasez de asfalto, caminos bloqueados por carrizo, los obligan a realizar mil argucias para avanzar, y la forma en que se retrata esa camino lo es todo. La tensión, fuerte tensión es el corazón del filme, el nerviosismo de saber que en cualquier instante todo se puede acabar, todo puede volar en mil pedazos, teniendo apenas tiempo de darse cuenta que todo acabó. Alguna imagen notable veremos, como un pozo en la tierra, cuya agua refleja el camión, imágenes sin palabras que nos retratan el momento. Austeridad y tensión, las dos vertientes del filme, que desembocarán el más patético y estúpido final, un final humano: tras haber sorteado indecibles dificultades y obstáculos, el protagonista, feliz de saber que regresará a casa con dinero y con el tibio placer de la compañía femenina que le espera, celebra zigzagueando en el camino, terminando con todo y camión desbardándose. La nitroglicerina no lo mató, finalmente fue su propia estupidez. Queda el detalle además de la parsimoniosa música del Danubio Azul, que hace presagiar que todo peligro terminó; nada más lejano de la verdad, No quiero terminar el artículo sin mencionar que la cinta es buena, es muy notable, sin embargo, ineludible me pareció notar que los premios quizás fueron en exceso otorgados, pues piezas de cine muy superiores, ni la mitad de reconocimientos gozaron. Buen filme, con todo, del francés Clouzot, que por cierto, incluyó a su atractiva mujer, Véra Clouzot, como la única fémina de la película, la outsider entre todos los hombres y su pobreza.







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