martes, 1 de mayo de 2012

20.000 leguas de viaje submarino (1954) - Richard Fleischer


El director yanqui Fleischer dirigiría uno de sus trabajos más respetados y correctos con esta adaptación de una de las más prestigiadas obras del genial literato, el gran Julio Verne. Sería la primera gran producción del neoyorkino, y lograría un decente trabajo en algo ciertamente complejo, como lo es adaptar de por sí una obra literaria rica y notable, más aún lo será esta labor si el texto a adaptar pertenece a una mente brillante y tan detallista como lo es el ilustre representante de la literatura de ficción. Es la conocida historia de un prestigioso profesor y un marinero, que se adentran en el mar ante los temores y rumores de toda la gente de que hay un terrible monstruo marino en determinada parte del Océano Pacifico, que abate toda embarcación que se atreva a surcar esas aguas. El viaje los llevará al submarino Nautilus, futurista estructura entonces, conocerán al capitán Nemo, que comanda las actividades, con una  impensada directriz en las mismas. Resulta apreciable la adaptación, con imágenes que bien valen el tiempo invertido en ver la materialización del célebre texto literario, apoyándose en la fuerza del entonces efervescente Cinemascope, y contando además con una plana actoral de primer nivel, lo cual por supuesto, eleva el nivel de cualquier cinta. Este reparto incluye al buen Kirk Douglas, como el marinero, James Mason como el estrafalario Nemo, y el inolvidable Peter Lorre como ayudante del profesor, y a Paul Lukas, en un ejercicio de ficción decente y apreciable.

     



Uh texto nos informa de cómo en 1868, los marineros temen que en cierta parte del océano, toda embarcación indefectiblemente es destruida, se teme la presencia de un monstruo marino. Públicamente se habla del hecho, a la vez que se busca valientes marineros que tripulen una expedición a las mencionadas aguas, despertando interés en Ned Land (Douglas). Poco después, se convence al profesor Pierre Aronnax (Lukas), afamado estudioso marino, de que conforme la tripulación, irá con su ayudante, Conseil (Lorre). Zarpan, el capitán Farragut (Ted de Corsia), está al mando, los tres primeros meses navegan dando círculos por el sur del Pacífico, infructuosamente, Farragut pierde esperanzas, afirma no seguirán, y dejará a Aronnax en Saigón. Repentinamente, avistan una embarcación, que estalla, y al acercarse, tienen un enfrentamiento, quedando destruida su nave. Solo sobreviven Aronnax, Conseil y Land, que llegan a una extraña embarcación, un inverosímil submarino. Entran en la futurista nave, investigan, no encuentran a nadie, pero por la ventana, avistan a la tripulación bajo el agua, manipulando un ataúd. Pretenden huir, no lo consiguen, conocen al capitán Nemo, al mando, que aprisiona a todos menos al profesor, a quien ofrece contarle invaluables secretos.




Rechaza Aronnax esto pues costaría la vida de sus amigos, pero era una prueba de Nemo, que finalmente acoge a los tres, comen exquisitos manjares, aunque son de origen impensado, hay además buena literatura, arte a bordo. Se unen a una expedición del submarino, el Nautilus, recolección bajo el agua. Encuentran también increíbles tesoros, despertando la avaricia de Land, pero Nemo resta toda importancia a los teosos bajo el agua, pese a que él mismo guarda muchos de ellos. Van 10,000 leguas de viaje, llegan hasta tierra firme al fin, campamento de prisioneros, donde éstos fabrican balas y municiones, y poco después, al avistar un barco presuntamente pirata, lo destruyen. El Nautilus es el supuesto monstruo, que cuida el gran secreto de su existencia. Ante esto, Aronnax y sus amigos se indignan, pero un amargado Nemo explica que la superficie carece de todo merecimiento. Aronnax de alguna forma va aceptando ese pensamiento, mientras se dirigen a la mítica tierra de Vulcania, y Land y Conseil fraguan cómo escapar. Llegan a una isla, Land va a investigar, siendo atacado por nativos. Luego aparece un buque de guerra, se produce severo enfrentamiento, que los deja a una profundidad jamás imaginada, donde tienen un intenso duelo con un gigantesco calamar, estupendo monstruo al que someten tras titánica lucha. Llegan a al fabulosa Vulcania, son atacados de nuevo, Nemo, agonizante, destruye el Nautilus, y los demás escapan.





Notable versión cinematográfica de unos de los textos ficcionales más célebres, y el realizador Fleischer nos introduce con acierto en la historia, haciendo una adaptación fiel al primigenio texto, pero claro, dando los matices propios suyos, y tratando de condensar los muchísimos y sobrenaturales detalles que Verne plasma, como es usual, en su obra. Es un mundo fantástico, impensado, en el que unos ermitaños viven aislados de todo el mundo, sumergidos bajo el agua, pero viviendo como reyes, con gran literatura, arte; pero llegan más allá, teniendo inclusive manjares exquisitos, pero manjares tan prodigiosos como bizarro es su origen, un mundo en el que la mascota es la graciosa e inteligente foca Esmeralda. Por supuesto, las imágenes que se vuelven corazón del filme son las imágenes y secuencias submarinas, en la que se recrea el maravilloso y variado universo de la fauna marina, diversas especies de peces, tortugas, tiburones, corales, rocas, son extensos minutos de los marinos explorando esa riqueza, de los buzos explorando y recolectando muchos frutos, cosechas y otros elementos impensables e inimaginables en la superficie, es un excelente y fantástico adentramiento a tan surreal universo, es sin duda lo más logrado, atractivo y valioso de la cinta, y lo que más nos acerca a la sensacional ficción de Verne. Esto es posible gracias a la utilización del ya operativo Cinemascope, y a la riqueza cromática del Tecnicolor, juntos ambos permiten amplias imágenes en toda su extensión, riquísimas visualmente, es una gran realización, la primera gran producción de Fleischer que nos introduce correctamente en el fantástico universo de la ficción submarina.


 





Es el mundo del Nautilus, futurista para entonces submarino, para entonces impensado e imposible elemento, en el que se logra un apartamiento absoluto de la superficie, del hombre y de sus inútiles e injustas leyes, donde se encuentra un sosiego e independencia sin igual, que no se encuentran en ninguna otra parte, viviendo del mar, de lo que el mar les provee, que son invaluables elementos. Y detrás de todo, Nemo, el que llevó a cabo la construcción del aparato, y quien más se solaza en ese aislamiento, teniendo célebre imagen del capitán tocando el órgano bajo el mar. Nemo es un personaje singular, una suerte de renegado, que ha tenido malas experiencias en la superficie, ha perdido a sus seres queridos, y ahora, no teniendo ya nada que lo ligue a la superficie más que un asco y repulsión, se refugia en las profundidades del mar, encerrado en su perfecto hermetismo, desde donde protege su secreto, las maravillas de las profundidades, eliminando a todo aquel que se acerque a la verdad, a su descubrimiento, pues el hombre arruinaría la perfección del aislamiento. Su postura es la de un ermitaño que perdió conexión con el mundo de los hombres, sus terrenales tesoros no valen nada comparado con el sosiego y sabiduría submarinas, pero sus medios de preservación, destruyendo todo navío que se acerque, despiertan indignación en sus huéspedes. Sin embargo, Nemo muere en su ley, y hasta el final preserva su pensamiento, prefiriendo destruir el Nautilus antes de que caiga en manos equivocadas, se lleva los secretos, y el diario de Aronnax también se va al fondo el mar, todo se queda en las profundidades. Para remarcar, claro, la secuencia de la batalla contra el calamar gigante, prodigioso monstruo, con sus largos tentáculos, que lo convierten, como dice la obra, en un monstruo formidable, escalofriante, librando inverosímil y titánica lucha los marinos, arponeando y cortando sus extremidades, y finalmente sometiéndolo, es la más pesadillesca secuencia del texto llevada al cine, y el resultado es apreciable, es rescatable y decente. Es pues un ejercicio digno de atención, donde los actores cumplen todos, James Mason como Nemo, el renegado y hermético capitán, seria actuación; Kirk Douglas es correcto también como el arrogante y desafiante marinero ambicioso, músico y alegre, jugueteando con la divertida e inteligente foca Esmeralda; y tenemos también al siempre eficiente Peter Lorre, cumplidor. Se configura así una apreciable adaptación literaria de un texto riquísimo, adaptación que se narra con cierto toque cómico, que la hace algo más digerible, más liviana, un toque yanqui a una historia que respeta mucho la obra primigenia, con los naturales matices del realizador. Agradable cinta, los fanáticos de la ficción, y de Verne, podrán tener divididas opiniones, pero nos quedamos con un correcto ejercicio de Fleischer.








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