lunes, 6 de febrero de 2012

La mujer solitaria (1936) - Alfred Hitchcock

Cinta que se encuentra aún en la época en que el estupendo Hitchcock realizaba sus primeros trabajos en tierras norteamericanas, es decir ya había realizado algunos trabajos iniciales en estudios yanquis, pero esta película estaría situada todavía en esa etapa de su carrera. Sin embargo, vale la aclaración que es esta una producción británica. Fiel a su inconfundible y muy distintivo estilo, desde ya el gran maestro del suspense mostraba algunas de las directrices que acompañarían a su cine el resto de su carrera. Ya creando el suspenso, ya creando la incertidumbre, y generando además momentos de gran angustia y emoción, el excelente realizador británico en esta oportunidad nos sitúa en su país natal, donde un oscuro personaje lleva una doble vida, siendo administrador de un cine local, detalle muy llamativo, en el que ahondaré posteriormente, y también, siendo miembro de una organización terrorista que está sembrando el caos y la destrucción en Londres, pero su doble identidad será descubierta, poniendo en peligro a las personas que supuestamente son sus seres queridos. Recluta el realizador para esta película a una siempre correcta Sylvia Sidney en el papel de la esposa que descubre la verdad de las clandestinas actividades de su esposo, que es Oskar Homolka, actor nacido en la entonces Austria-Hungría, de singular acento y maneras. Agradable muestra del cine que, cronológicamente, todavía forma parte del estadio inicial del titánico director, y este solo hecho ya la vuelve necesaria de visionar, sin que vaya esto en perjuicio de que sea una buena película.



El buen Hitch inicia su película con un primer plano de un diccionario, en el que nos muestra la definición de la palabra que da titula al film, sabotaje. A continuación vemos una especie de fábrica, donde unos sujetos detectan que se ha perpetrado un sabotaje. En otro lugar, hay un cine que atraviesa inconvenientes, pues ha habido un apagón, generando desacuerdos con el público, pero que finalmente, la Sra. Sylvia Verloc (Sidney), quien atiende el local, soluciona. Ella es esposa del administrador, Karl Verloc (Homolka), que esconde mucho, y no nota que un agente encubierto, el detective Ted Spencer (John Loder), está encubierto vendiendo dulces afuera del cine, pero está investigando sus actividades, y es que Verloc forma parte de un grupo terrorista que estuvo detrás del apagón, y están planeando nuevos golpes. Spencer se acerca tanto a Sylvia como a su hermano menor, Stevie (Desmond Tester), tratando de averiguar más sobre Verloc, pues él también forma parte de un grupo, unos investigadores que, coordinadamente siguen a Verloc. El administrador del cine continúa planeando el siguiente golpe, uno de los colaboradores es un hombre encubierto como vendedor de mascotas. Es así que continúa con su doble vida, engañando a su esposa, realizando incluso reuniones con su bando en su hogar, y Spencer se aproxima a la reunión, pero no puede evitar ser reconocido por uno de ellos.

 


Verloc afirma a Sylvia que Spencer, Ted para ella, es un agente investigándolo, y, conversando, él lo reconoce con ella, y pregunta más sobre su esposo. Llega el día en que los terroristas deben ejecutar su siguiente golpe, es una festividad, festejos y ferias, se acerca la hora pactada también, y Verloc, para deshacerse del impertinente hermano menor de Sylvia, lo envía a llevar una lata con una nueva película, pero el chico se distrae en el camino, en medio de las celebraciones del desfile y las ferias. Llega al hora, 1:45, y el bus donde iba Stevie, estalla, feneciendo el adolescente. Verloc acepta a su esposa sus clandestinas acciones, ser terrorista, se disculpa sin mucha intensidad, hay mucho pesar en su mujer por la muerte de su hermano, ella está muy afectada, con sensación de peligro constante. Y esto se traduce en una reacción, cuando, en medio de una cena, Verloc intenta agredirla, pues ella ya sabe demasiado, pero Sylvia contraataca y lo apuñala con un cuchillo, liquidando al terrorista. Spencer debe ahora arrestar a Verloc, ignorando lo sucedido, y declara su amor a Sylvia, que le corresponde, encuentra refugio en el detective, pero añora mucho aún a su hermano. La policía ya está llegando al meollo del asunto, hay pistas, como una que dejó el vendedor de mascotas, y el nuevo blanco elegido para otra bomba es el propio cine de Verloc. El explosivo detona estando adentro ya el cadáver del gerente, pero la policía no sabe que ya estaba muerto cuando explotó el lugar, quedando la duda en el oficial de qué hizo exactamente Sylvia.




Como es normal, y regular en su cine desde sus inicios, el gran maestro Hitchcock ya trabaja con mucho misterio, desde el comienzo del filme, rápidamente nos involucra y nos introduce sin rodeos o sin explicaciones que estarían de más, a sus intrigas, misterios, la situación está planteada desde el comienzo, ya sea con insinuaciones bastante directas, o con otras más evidentes, desde ya el director hacía que el espectador trabaje, que necesariamente se involucre en el filme tratando de desenmarañar una situación que al aparecer está bastante clara, pero no todo está ya resuelto, para nada, pues el clímax está por venir, es el santo y seña del realizador. Hitch nos sitúa en su natal Inglaterra, en su natal Londres, donde los terroristas están actuando, y no deja de ser llamativo y muy significativo que el escenario y situación donde todo suceda sea un cine, de esa forma veremos más de una secuencia enmarcada con una proyección de fondo, y los espectadores que se deleitan con las películas, en lo que es una suerte de guiño a sí mismo, pero un guiño muy particular y nada accidental, pues la obra literaria en la que se basa el filme, presenta al gerente de cine como un mero vendedor de tienda, convirtiendo innegablemente al detalle del cine en muy significativo, detalle bastante personal del realizador. La forma en la que un todavía naciente maestro Hitchcock pone en escena y genera su suspenso es remarcable, la secuencia clímax del filme, la de la explosión del autobús, da buen ejemplo de ello. Pues si bien, durante gran parte del metraje trabaja con acertados primeros planos, es en esta secuencia donde esa modalidad adquiere mayor intensidad y efectividad, esos primeros planos que en su momento, enmarcando rostros de los personajes, les da mayor fuerza, llegada y expresividad, para los momentos cumbre, enfocan objetos, un reloj, un semáforo, un autobús, sumado a una música frenética, configuran el excelente ambiente que genera el realizador, incertidumbre y muy intensa emoción de no saber qué pasará, multiplicada ésta por los efectos visuales y musicales ya mencionados. Destacable también me parece la actuación de la eficiente Sylvia Sidney, conocida, entre otras cosas, por su participación en el cine negro del legendario Fritz Lang, Fury (1936), junto a Spencer Tracy, además de colaboraciones con el incomparable Humphrey Bogart; es correcta en su papel de la desprotegida, frágil y sufrida esposa. Muy correcto también el austro-húngaro Oskar Homolka, con su distinguible acento, completan un muy buen ejemplo del cine inicial del gigante británico Alfred Hitchcock.




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