miércoles, 4 de enero de 2012

Farewell, My Lovely (1975) - Dick Richards

Intrigante adaptación de la novela del famoso Raymond Chandler, en la que Robert Mitchum es el encargado de encarnar al duro y resoluto detective privado, creación del literato, Philip Marlowe, un detective curtido en casos pasionales, está cansado de ese trabajo, y también por los años, y mientras investiga un confuso y enredado caso de asesinato, chantaje, engaños y adulterio, se va sumergiendo en ese submundo del que está hostigado. El director Dick Richards realiza un aceptable trabajo poniendo en escena la historia, ambientado una atmósfera de submundo, undergournd, podredumbre, corrupción, asesinato, todo es la moneda corriente en ese subterráneo universo, donde Marlowe encaja a la perfección, pero que inevitablemente lo ha colmado. Actúa también la sensual Charlotte Rampling, en un rescatable ejercicio de un cine que se acerca al film noir, pero que también explora nuevas características del cine detectivesco.

        


En un motelucho, el detective Philip Marlowe (Mitchum) está cavilando, cansado por tanto trabajo y por los años, que le pasan factura, casos de mujeres engañadas, mujeres adúlteras, esposos celosos, lo van desgastando. Ahora está investigando otro caso, y llama a un agente de policía al motel donde está. Rememora con él, el inicio de la presente investigación, cuando seguía a una jovencita por pedido de sus padres, todo lo que se ve son sus recuerdos. De pronto, es abruptamente abordado por un enorme individuo, Moose Malloy (Jack O'Halloran), sujeto al que intentan liquidar a balazos en ese momento, y le pide que encuentre a toda costa a su amada Velma Valento, su mujer a la que no ve hace seis años, tiempo que estuvo en prisión. Marlowe empieza a moverse, a investigar, se mueve en un restaurante de mala muerte donde Velma trabajó, un bar de negros, Malloy está obsesionado, mientras él habla con gente que trabajó anteriormente con la mujer. Contacta con una excéntrica mujer que la conoció, vive en un cuchitril, y le facilita contactar a un sujeto que le da una foto de la buscada, mientras recibe la visita de otro cliente, que le pide lo ayude a recoger unas valiosas joyas.



Malloy insiste, y el detective descubre que la foto que se le dio es falsa, y cuando ayuda a su otro cliente con las joyas, éste es liquidado. Prosigue investigando, y llega hasta un famoso y respetado juez, hombre mayor que tiene un atractiva mujer, Helen Grayle (Charlotte Rampling), con la que tiene un efímero idilio. Después, es atacado en su oficina y llevado con una enorme y grotesca mujer, allí es drogado, le inyectan heroína, es un humeante prostíbulo, donde la inmensa mujer está interesada en Malloy, y Marlowe escapa de ahí, es donde termina de recordar todo. Luego, ya en el presente, Helen le presenta a Laird Brunette (Anthony Zerbe), acaudalado magnate que, como los demás, está interesando en encontrar a Malloy, que sigue obsesionado con su Velma. Una cita es concertada con Malloy, que recibe una llamada telefónica de su mujer, pero resulta ser una emboscada, de la que escapan. Finalmente, buscan a Burnette en un lujoso crucero, donde conocen a su amante, es Velma, que resulta ser la fatal Helen Grayle, traicionera y manipuladora mujer que liquida ella misma a Malloy, pero Marlowe la elimina, y con el caso desenmarañado, deja a los policías, sigue con su subterránea vida.



Interesante cinta del género de detectives, donde el realizador impregna a su cinta de un correcto ambiente de decadencia, corrupción, morbo y podredumbre, correcto tratamiento, en el punto más bizarro de Los Angeles, prostíbulos, chulos, yonquis, bares de mala muerte, detectives privados, emboscadas, asesinatos y balaceras, todo con la atmósfera de un constante rojo, luces rojas que dan ese ambiente sórdido, subterráneo y enfermo. Esta sería la segunda adaptación de la historia de Raymond Chandler, y sería más cercana al texto original que el primer ejercicio de adaptar la obra, Historia de un Detective (1944) de Edward Dmytryk, aunque, claro, en aquel entonces se contó con la participación del inolvidable y entrañable Humphrey Bogart. Las actuaciones son correctas, tiene una breve participación un joven Sylvester Stallone, y claro, el siempre eficiente, el duro Robert Mitchum, encarnando al recio detective, fanático acérrimo de Joe DiMaggio, que se ve, como todos, engañado por la sensual Charlotte Rampling, mujer fatal que es el centro de todos los engaños e intrigas. Correcta cinta de suspenso, buena adaptación.



 



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