lunes, 22 de agosto de 2011

Insignificancia (1985) – Nicolas Roeg

Esta es una galardonada cinta del británico Roeg, ese director de perfil bajo que en esta oportunidad nos da una agradable sorpresa, con un sorprendente argumento. Nueva York, 1954, va a tener lugar un encuentro bastante singular, por decir lo menos. Cuatro personalidades egregias de todos los tiempos, y en distintos campos de la actividad humana se juntan inesperadamente: Albert Einstein, Mariliyn Monroe, Joe Dimaggio y el senador McCarthy. Situaciones impensadas, todo transcurre en la habitación de hotel de Einstein, a quien, como a los demás, nunca se nombra directamente, sino que en su caso alegóricamente es designado como El Profesor (Michael Emil). Recibe la inverosímil visita de la leyenda rubia, la bomba sexual Monroe, interpretada por una candente Theresa Russell. En una disparatada situación vemos a la Monroe, a quien se nombra La Actriz, encantada con Einstein, a quien intenta seducir primero intelectualmente probándole sus supuestos conocimientos de sus trabajos, la Teoría de la Relatividad, etc y luego trata de llevarlo a la cama con su mejor atributo: su sexualidad. Atractiva, distinta, inesperada cinta, logra algún momento delirante, hilarante, interesante propuesta de cine la que se nos presente en esta oportunidad.



   
 
   

A tan inusual situación se suma la leyenda americana del béisbol, aparece Dimaggio, (Gary Busey), El Jugador de Béisbol, el enfurecido esposo de la bomba rubia, completamente celoso, que abruma a todos con su fuerza y masculinidad, busca enderezar las cosas y llevarse a su esposa a casa. Es entonces que entra en escena El Senador (Tony Curtis), a quien Roeg aquí satiriza de manera interesante como un sádico, alguien diferente a los demás personajes. Los enredos continúan con las cuatro personalidades juntas, hasta que en momento determinado se van retirando, y quedan los dos personajes iniciales, Monroe y Einstein juntos, que ante su inminente separación tienen una conversación donde El Profesor menciona que tiene temores muy profundos, enraizados, lo que conducirá a una muy interesante secuencia final.






La película está salpicada de constantes y significativos flash-backs, que representan la forma en que Roeg los retrata, vemos lo que hay en la mente y psicología de cada uno, las cosas que no llegan a exteriorizar, vemos su mundo interno a través de esos flash-backs. Sin lugar a dudas el más interesante y espectacular es el del final del filme, el que remite a los miedos y fobias de Einstein, que inevitablemente se remiten a su origen germano, a la violencia nazi, en una secuencia espectacular, plagada de violencia desatada, fuego, explosiones, destrucción, cadáveres, esqueletos incinerados, y la Monroe presente en muchos instantes de la supuesta alucinación. Es sin duda la secuencia más atractiva, la secuencia distinta del trabajo, y es que todo era fantasía, todo irreal, pero ese final segmento condensa todo, lo eleva, y nos muestra a su vez la propia psicología y sentires del autor. Después de la proyección de todas esas fuertes y en efecto visualmente poéticas imágenes, vemos como todo se invierte, es decir las cosas retroceden, se recomponen, hay una ”implosión”, los objetos destruidos se reponen, el fuego desaparece, la habitación que explota queda reconstruida, y se nos transporta nuevamente con El Profesor y La Actriz  juntos, en la habitación de hotel, que se despiden, como si nada hubiera pasado. Es así como se pone fin a un trabajo atractivo, inusual y singular, a esta delirante sucesión de imágenes y sucesos inverosímiles, la Insignificancia de Nicolas Roeg.


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